jueves, 1 de abril de 2010

Hundidero en la Sierra de Camarolos


En esta ocasión decidimos Jorge y yo hacer nuestra escapada sin contar con Juan Carlos que estaba disfrutando de las vacaciones de Semana Santa.
Tras un fallido intento por la zona sur de la Sierra de Camarolos debido a la intensidad del viento y a que nuestro comienzo de la ruta estaba cortado por una cadena, decidimos hacerlo por la parte norte y nos dirigimos a Villanueva del Rosario.
Sin tener muy claro que hacer, cogimos el carril que se interna en la Sierra de Camarolos hasta llegar al final de dicho carril, donde nos encontramos con lo que se conoce como Hundidero, desprendimiento espectacular que sufrió esta sierra no hace demasiado tiempo.
Como no teníamos más información que la que yo recordaba de hacía algunos años y queríamos simplemente andar decidimos enfrentarnos a estas moles de piedra con la firme idea de llegar a todo lo arriba que pudiéramos.

Esto es lo que teníamos delante:


Con una bonita panorámica de toda la Sierra de Camarolos con su macizo del Chamizo, hacia el oeste:


Y esto a nuestras espaldas, el valle del Guadalhorce:


Y con ánimo, porque no hacía nada de viento y por fin íbamos a disfrutar de la naturaleza, comenzamos nuestra andadura que, a priori, no parecía tan complicada.




Aunque la distancia a recorrer no era gran cosa nos encontramos con alguna que otra dificultad para encontrar el camino más cómodo para sortear este mar de piedras y esto nos hacía subir, bajar y volver a subir. Aparte no podíamos atacarlo por el lado más oriental porque una cerca nos lo impedía.


Pronto, nos empezamos a encontrar con estos gigantes de piedra, que pocos metros antes no parecían tan enormes.


Parecía un auténtico glaciar.



Y otro problema más, la rodilla de Jorge empezó a flaquearle y poco faltó para darnos la vuelta, ya que el esfuerzo era considerable. A ver para cuando la ortopédica...


Sufrimos especialmente la última parte, porque a la dificultad de encontrar un resquicio entre aquellas moles graníticas se unió el fuerte desnivel final.




Sin pensar mucho como iba a ser la vuelta conseguimos llegar al llano del Hundidero y pudimos apreciar la vista al otro lado, que siempre es una merecida recompensa, los verdes y bucólicos prados en primera instancia, la Axarquía a media distancia y más allá hasta Sierra Nevada.










Ahora sólo tocaba decidir como bajar lo ascendido. En principio, descartamos volver por el mismo sitio ya que el último tramo nos había dejados un poco tocados y comenzamos a buscar por aquel enorme llano una manera de poder bajar por el lado oriental de manera que rodeáramos el peñón que habíamos estado dejando a nuestra izquierda en toda la subida y saltar la cerca que habíamos visto.




De nuevo, después de varios escaramuzas sin éxito, era Jueves de Pasión, será por eso... y obstinados en que si las ovejas habían bajado nosotros también, encontramos la manera de comenzar la vuelta.



Y la agradable sorpresa de la ruta fue poder observar algunas cabras montesas que un poco sorprendidas por vernos por estos lares nos miraban tan alucinados como nosotros 



Llegó el momento de repostar disfrutando del agreste paisaje. Aunque la mañana había estado llena de inconvenientes realmente no había pasado tanto tiempo.



Reanudamos nuestra vuelta con la referencia de nuestro peñón y buscando la valla que en algún momento tendríamos que atravesar.




Y finalmente, la suerte estuvo de nuestro lado porque encontramos una pequeña cancela por la que pudimos salir sin tener que saltar la cerca. Nos habíamos librado de volver a hacer la vuelta por el caótico derrumbe y ya sólo quedaba un cómodo paseo hasta los coches.






Aquí podemos ver perfectamente la subida realizada y el peñón que rodeamos para bajar más cómodamente.


Cogimos los coches e hicimos una breve parada en Fuente Vieja, al principio del carril, donde pudimos observar un precioso nacimiento, eso sí algo sucio ya que la cercanía del pueblo hace que lo usen de esparcimiento dominguero.



En vista del agua que habíamos visto anteriormente, decidimos hacer otra parada en la Fuente de los Cien Caños, cerca de Villanueva del Trabuco, ya que ninguno de los dos la habíamos disfrutado anteriormente. Espectacular!! Nada más que hay que ver las fotos.







Y como íbamos bien de tiempo y no estábamos muy cansados, volvimos a coger el coche y en vez de volver por la misma carretera optamos por subir hasta el Puerto de los Alazores para regresar por el Boquete de Zafarraya, donde también hicimos una breve parada para saborear el paisaje.



Finalmente había sido casi más una jornada de coche que de senderismo, de turismo paisajístico, pero teniendo en cuenta lo mal que empezó el día nos dimos por satisfecho.